Lyrics: Manolo Garcia. Singles, Directos y Sirocos (Cd 2). En Una Playa Calma.
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Como el hombre de los hielos acechando en la negrura de un bosque de coniferas, senti, no se por que, congoja y soledad aquella manana de tormenta.
Aquella manana de tormenta, miraba cuadros que eran puertas cerradas, recostado en un divan de hotel de una ciudad del sur, no se en que ano. Quiza en el noventa.
Conmigo mismo, a solas, y sin saber darme descanso.
Si hubiera podido echar ancla a resguardo de alguna playa calma. En un florecer de inviernos lejos del mar abierto, varado de espaldas al alma.
Mas fue tan raudo el vuelo, tan cambiante el senuelo, tan rapida la batalla. Salio el sol y fue peor, un viento negro arremolinando las adelfas cuajaba mi animo espacial, y me lanzaba a navegar entre aerolitos a traves del ventanal con cortinajes.
A traves del ventanal, como un hombre de los hielos, un rudimentario arco y cuatro flechas,
alentado por la inexplicable tentaciin de la existencia, volvio a encapotarse el cielo.
Como la vida; luz, penumbra, luz. Conmigo mismo a solas y sin saber darme descanso. En la linde del bosque recostado en mi melancolia, instalado como para siempre. Y a lo lejos, la llanura amarilla iluminada por un escueto sol de invernadero.
Sobre el asfalto, el estrepito de la ciudad latiendo. Sobre el asfalto escuchaba, hipnotica, tu voz diciendo: 'No sigas sufriendo'.
Como el hombre de los hielos acechando en la negrura de un bosque de coniferas, senti, no se por que, congoja y soledad aquella manana de tormenta.
Aquella manana de tormenta, miraba cuadros que eran puertas cerradas, recostado en un divan de hotel de una ciudad del sur, no se en que ano. Quiza en el noventa.
Conmigo mismo, a solas, y sin saber darme descanso.
Si hubiera podido echar ancla a resguardo de alguna playa calma. En un florecer de inviernos lejos del mar abierto, varado de espaldas al alma.
Mas fue tan raudo el vuelo, tan cambiante el senuelo, tan rapida la batalla. Salio el sol y fue peor, un viento negro arremolinando las adelfas cuajaba mi animo espacial, y me lanzaba a navegar entre aerolitos a traves del ventanal con cortinajes.
A traves del ventanal, como un hombre de los hielos, un rudimentario arco y cuatro flechas,
alentado por la inexplicable tentaciin de la existencia, volvio a encapotarse el cielo.
Como la vida; luz, penumbra, luz. Conmigo mismo a solas y sin saber darme descanso. En la linde del bosque recostado en mi melancolia, instalado como para siempre. Y a lo lejos, la llanura amarilla iluminada por un escueto sol de invernadero.
Sobre el asfalto, el estrepito de la ciudad latiendo. Sobre el asfalto escuchaba, hipnotica, tu voz diciendo: 'No sigas sufriendo'.
Manolo Garcia
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